martes, 26 de agosto de 2008

La soja es peligrosa en menores de 5 años



No reemplaza la carne ni la leche.
Las consecuencias que causó su uso en comedores populares. Por qué los adultos no deben abusar El boom de los alimentos a base de soja no es un fenómeno exclusivamente argentino sino una tendencia que creció en el mundo. Y que en los últimos tiempos se cuestiona a nivel mundial. “El consumo de soja se promociona vigorosamente. A pesar de los muchos supuestos benefi-cios, hay un lado negativo, que es ignorado. El poroto de soja crudo contiene numerosos antinutrientes”, escribió en un informe Beatrice Trum Hunter, una de las expertas más recono-cidas en alimentación de los EE.UU. y miembro honorario de NOHA (Nutrition for Optimal Health Association).

En la Argentina de la crisis de 2002, la campaña Soja Solidaria –de la que participaron cámaras y empresas– buscó utilizar el cultivo más promocionado del país para solucionar el hambre. Cientos de toneladas de soja se repartieron en comedores y se mezclaron en los guisos de las familias que no podían conseguir por las suyas un plato de comida. Pero pronto se alzaron las primeras voces en desacuerdo con el plan.

El Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales convocó al Foro Nacional para un Plan de Alimentación y Nutrición, con el auspicio de UNICEF, del que participaron la Sociedad Argen-tina de Pediatría (SAP), el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), la Sociedad Argentina de Nutricionistas y otras agrupaciones vinculadas al tema. Las conclusiones fueron tajantes. Dieron por tierra con el plan sojero contra el hambre.

El informe “Consideraciones sobre la soja en la alimentación” expresó que la soja no reemplaza a la carne, ya que si bien puede cubrir las necesidades proteicas cuando se la complementa con cereales, el hierro que puede aportar es inferior en cantidad y biodisponibilidad al hierro (hemíni-co) de las carnes.

Hasta hoy la SAP sigue las recomendaciones nutricionales que se acordaron en ese informe. “La soja no reúne condiciones adecuadas para niños menores de dos años, que deberían abstener-se de consumirla, y no es recomendable para menores de cinco. Los jugos a base de soja no reemplazan jamás a la leche. Igual que otros jugos industriales, pueden generar caries o pro-vocar algún tipo de trastorno nutricional si quitan el apetito o se consumen en exceso”, explicó Jorge Nasanovsky, pediatra de la SAP y director de zonapediatrica.com.

“La soja es, fue y será un forraje. No es un alimento para humanos. Es una proteína de difícil digeribilidad para los mamíferos, a excepción de los rumiantes. Desde que se aprobó la soja transgénica no se hizo nunca un estudio de impacto que dijera si es o no posible consumirla con tranquilidad”, dijo Darío Gianfelici, médico familiar que investigó el tema. “Transgénica o no, tiene alta cantidad de inhibidores de la absorción de hierro. Impide la absorción del zinc y otros oligoelementos cruciales para el desarrollo”, explicó. Gianfelici es médico rural, vive en Cerrito, Entre Ríos, y dice que el uso y abuso de soja en comedores infantiles produjo casos raros.

“La soja hace un aporte alto de sustancias homologables al estrógeno, hormona femenina –de ahí que sea aconsejable en mujeres menopáusicas. Pero por esto hay niños a los que les cre-cieron las mamas y niñas en las que se aceleró el desarrollo de los órganos sexuales y se incrementó su riesgo de padecer cáncer de útero, mama, ovarios, epitelio vaginal”, afirmó Gianfelici.

Desde el Chaco, Carlos Leoni, director de la Asociación Amigos por Naturaleza, explicó: “Como producto de esos desajustes hormonales aparecen cuestiones psicológicas complejas en chi-cos de entre 7 y 11 años. Muchas escuelas del interior comenzaron a servir jugos a base de soja en el desayuno. Al procesar el poroto sin quitarle la cascarita, los chicos tenían fuertes dolores abdominales y las maestras estaban asustadas. Los políticos hablaron de la soja como la panacea, pero hoy acá ya nadie habla de proveer soja a las escuelas”, dijo.

Aldo Guerrini, uno de los primeros médicos que escribió sobre la soja y la salud, se hizo una pre-gunta: ¿por qué los pueblos del Extremo Oriente que hace más de 3.000 años que consumen soja la utilizan en forma de porotos de soja cocinados? Investigó y encontró respuestas: des-pués de cientos de años de utilizar soja, los asiáticos aprendieron que debían usarla fermenta-da, como en el miso (salsa de soja fermentada), poroto fermentado o tofu, desechando sustan-cias indigestas y perjudiciales. Según Jorge Rulli, del Grupo de Reflexión Rural (GRR), “la idea de que los pueblos asiáticos comen soja en abundancia se basa en una gran mentira. La consu-men en dosis mínimas y bien preparada, combinada con una diversidad de alimentos”.

Rulli sostuvo que la única manera de “desactivar” la soja de su parte nociva es cocinar el poro-to durante al menos una hora. “La soja, cuando no está desactivada, es venenosa. No debería ser ingerida por niños menores de seis años, embarazadas, ancianos, enfermos, ni personas con defensas bajas. A los presos hace años que les dan.”

Soja Transgénica


La soja transgénica es, por definición, agroquímico-dependiente. No se sostiene su desarrollo sin cantidades cada vez mayores de venenos herbicidas e insecticidas, provocando el primero de los problemas que preocupan: sus efectos sobre el medio ambiente.
Desde el año 1995, aproximadamente, hace su aparición la soja transgénica, provocando una verdadera explosión en el área sembrada con esta oleaginosa. A partir de allí se suceden problemas para el medio ambiente, alteraciones de la salud, especialmente en lo reproductivo, y un panorama futuro verdaderamente preocupante para los agricultores.

En 1995 hace su aparición un producto de revolucionaria concepción que venía a resolver la penuria habitual de los productores agrarios, acosados por los bajos rindes y los altos costos, se trataba de una variedad de soja denominada transgénica. Esta propiedad, su transgenicidad, lograda a través de la inclusión, por ingeniería genética, de un gen derivado de la caléndula, la hace resistente al glifosato, un herbicida de alta potencia que suprime todas las malezas que compiten por los nutrientes del suelo.

Desde entonces empieza generarse un monstruo de tremenda perversión y de muy difícil manejo.

La soja transgénica es, por definición, agroquímico-dependiente. No se sostiene su desarrollo sin cantidades cada vez mayores de venenos herbicidas e insecticidas, provocando el primero de los problemas que preocupan: sus efectos sobre el medio ambiente. Cuando se fumiga un cultivo no es únicamente este cultivo el afectado. Los campos linderos son alcanzados por la deriva, los cursos de agua son afectados por la filtración o la acción directa del veneno, asesinando la fauna acuática.

La soja transgénica tiene un efecto determinante sobre la economía particular del agricultor, pero también sobre la nacional. Este hombre cuyo trabajo ha sido sinónimo de sufrimiento, de dependencia de los precios de insumos relacionados con monedas extranjeras y de producción pegada a una moneda siempre débil y oscilante, ha encontrado en el espejismo de la soja la aparente solución a sus penurias. Además la novedad del silo bolsa o silo chorizo le permite mantener la producción en su campo, a la espera de mejores precios, y no entregarla al acopiador en el momento de la cosecha, que es por siempre cuando menos vale. Sin embargo, nadie advierte a este productor que su soja transgénica es ya casi maldita en Europa, en China, en Africa, en Medio Oriente; nadie quiere acallar el hambre con un producto que no es para consumo del pueblo.

Las enfermedades que los venenos agroquímicos producen van a pesar sobre una ecuación económica del país cuando haya que atender la dañada salud de los afectados, que seguramente recaerán sobre el ya debilitado sector público. Y ante esta sumatoria de aumento del gasto en salud más la imposibilidad de seguir vendiendo un producto que nadie quiere comprar, nos vamos a encontrar con la dificultad de producir una alternativa posible en un suelo desgastado por el Glifosato.

Finalmente, y quizá en forma primordial, la salud de nuestra gente se va a ver perjudicada. Por la constante exposición a productos que matan hierbas, insectos, peces... ¿cómo va a continuar esta lista?

Por la terrible acción de los delincuentes hormonales que endosulfan introduce en nuestros organismos simulando ser sustancias naturales, incapacitando a nuestra gente para la concepción.

Y peor aún por los efectos del consumo del poroto de soja transgénica como si fuera un alimento en lugar de ser un inhibidor de la absorción de hierro que le vamos a dar a niños anémicos provocando un déficit evolutivo intelectual irreversible y una dosis de símil hormona femenina que administrada por debajo de los dos años va a provocar un desbalance sumamente peligroso en esa edad.

Salud seriamente perjudicada, economía destruida, medio ambiente severamente dañado es la trilogía que, como herencia a las futuras generaciones va a producir la soja transgénica.

SIEMBRA SOJA Y COSECHARAS INUNDADOS


Buenos Aires, 23 de mayo 2004 (Francisco Marraro).- El día martes 29 de abril de 2003, me tocó estar en la ciudad de Santa Fe. El problema se llama soja. Sí, en el último tiempo los elevados rindes y valores de la soja han hecho que se cultive soja en donde se pueda.

Todos o la mayoría de los propietarios y arrendatarios de campos se dedican al cultivo de la soja, es más, hoy resulta económicamente rentable para los productores desmontar campos en Chaco y Santiago del Estero para sembrar soja. Lo que ocurre es que el cultivo de la soja no retiene el agua en el campo sino que la deja correr. Cuando llueve el agua simplemente se desliza por el campo y pasa a engrosar el caudal de los ríos y ocurren inundaciones como esta última. Antes de la soja en los campos estaba el monte y el monte logra retener el agua en la copa de los árboles, entre las raíces de los árboles y entre todas las plantas que forman el monte, también el monte permite que el agua penetre mas en el suelo evitando las escorrentias es decir el monte es como una gran esponja que retiene el agua en el campo evitando que esta corra a los ríos y por las ciudades.

Habrán escuchado en la radio o televisión que cuando se refieren a esta inundación hablan de que esta es la más grande de la historia, eso es totalmente cierto así como que en la provincia de Santiago del Estero jamás en la historia hubo tanta soja sembrada en el campo.

Hago hincapié en la provincia de Santiago del Estero ya que es allí donde nace el río Salado que esta vez fue quien desbordó. Quiero decir con todo esto que las inundaciones son parte del costo en la producción de soja y creo que los que se benefician con dicha producción son quienes deberían abordar ese costo y no el pueblo, tampoco el gobierno. Ese costo es propio de la soja entonces que los sojeros manden colchones y hagan lo que corresponda para evitar inundaciones de estas características.

La liga (informe sobre la soja)

Argentina: sojización, toxicidad y contaminación ambiental por agrotóxicos1 .-Lluvia de agrotóxicos sobre el territorio sojizado Lluvia de agrotóxico


Desde los propulsores del sistema de la Siembra Directa (SD) y del cultivo masivo de soja-RR resistente al herbicida “Round Up Ready” se sostiene en general la inocuidad del herbicida Glifosato –utilizado masivamente en su forma comercial denominada Round Up y en menor medida en otras formulaciones comerciales- y del conjunto de agroquímicos utilizados en el sistema. Se afirma que estos efectos benéficos se observarían tanto en lo referido a su inocuidad frente las especies animales, insectos benéficos, como microflora, macrofauna y la biología del suelo sobre el que se lo aplica y también sobre el hombre. Por el contrario, los pocos estudios realizados para determinar los efectos del conjunto o “paquete” de agroquímicos que acompaña la sojización, sobre el ecosistema en su conjunto, arrojan resultados que contradicen lo sostenido.

Se contradicen en particular las opiniones vertidas sobre la inocuidad del ‘barbecho químico’, herramienta central del sistema de SD. Estos estudios hablan de una situación mucho más compleja y grave sobre los efectos del conjunto de agrotóxicos que acompañan el complejo sojaRR-SD-glifosato, tal cual han sostenido varios especialistas y organizaciones ambientales, agronómicos, de la salud y vecinales, tanto nacionales como extranjeras.

Un momento de grave anomia colectiva, unida a una fuerte derrota política, económica y social, vivida por nuestra sociedad durante los años noventa, permitió que la expansión masiva de esta forma de producir soja se extendiera tanto como el propio cultivo lo hizo, se extendiera por pradera pampeana –ampliándose ahora a áreas extrapampeanas-, sin ningún debate en la sociedad. De alguna manera, en la actualidad, dicho debate está comenzando ante las graves constataciones de enfermedad que se están verificando a lo largo y a lo ancho del territorio ocupado por la soja. Cabe aclarar que no estamos hablando de un uso puntual u ocasional de agrotóxicos, sino de una masividad desconocida por nuestro agroecosistema pampeano a lo largo de su historia. Ya en la campaña de 2005-2006 se utilizaron -según cifras estimadas oficiales- algo más de 200 millones de litros de glifosato; entre 20 y 25 millones de litros de 2-4-D; unos 6 millones de litros de endosulfán y otros 6 millones de litros de atrazina. Los volúmenes utilizados este año, son aun mayores debido a que la superficie sembrada con soja RR ha crecido casi un 17%, a lo que hay que sumar el resto de cultivos que utilizan el sistema de siembra directa.